domingo, 24 de julio de 2011

Válvula

No he leído el libro, aún, pero yo también estoy indignado.

Estoy indignado, por ejemplo, de hablar tanto y de escuchar a tantos hablando, quejándose, indignándose. Pero sin hacer nada. Estoy indignado de mi propia inmovilidad, de mi silencio. De mi pasmo ante la brutalidad, ante la obscena y descarnada y total brutalidad. Estoy indignado de mi pasividad, de estar viviendo como si nada pasara, todos los días: hablando, llenándome de noticias sobre asesinatos, sobre descabezados, sobre impunidad, y todo sólo para platicarlo, para decirme que estoy indignado, pero sin hacer absolutamente nada.

Lo sano, incluso desde el punto de vista sicológico, es que “algo” pase. Ha sido demasiada violencia, demasiado rencor. Si “algo” no pasa y nos quedamos definitivamente mudos, este país nunca, jamás va a poder salir adelante, porque traerá toda esa carga emocional encima, en eso que no entiendo muy bien pero que le llaman el “inconsciente colectivo”. Si no descargamos, de algún modo, por medio de “algo”, todo ese ruido que traemos en nuestro cerebro, toda esa indignación y ese terrible y quemante enojo, seremos definitivamente un país de autistas, de sordomudos y de zombis.

Ese “algo” sin nombre, sin programa, indefinido, es en lo que tenemos que concentrarnos para sacarlo de las sombras, para volverlo algo concreto: oxígeno puro, una válvula de escape, una inyección de vida.

lunes, 11 de julio de 2011

Consecuencias

¿Y qué cosa sucede si gana el PRI la Presidencia en el 2012?

No se trata de ser apocalípticos y decir que si el PRI gana volveremos a la época de las cavernas o algo por el estilo. No es el caso. Creo que México es otro y ni aunque se quisiera se podría volver, de la noche a la mañana, al viejo régimen.

Pero (y ese pero es la cuestión que importa) el PRI trataría, indudablemente, de volver a lo de antes. Quizá no lo logre totalmente, pero los pocos pasos que pueda dar en ese sentido serán un retroceso.

Creo, así a primera vista, que dos aspectos se verían indiscutiblemente afectados, en un sentido negativo: la libertad de expresión y la figura presidencial. Los gobiernos panistas nos han acostumbrado ya a una libertad de expresión real, prácticamente total (aunque haya muchos que repiten la palabra “represión”, un tanto vacía en estos tiempos, a mi modo de ver). Esa libertad de expresión se vería reducida con la llegada del PRI (no es un hecho, claro, pero es lo que yo creo que pasaría). La razón de que lo crea es que los gobiernos priístas, dígase federales o estatales o municipales, nunca se han prestado mucho a la crítica y al debate abiertos. No lo han hecho ni lo harán. Si gana Peña Nieto o cualquiera del PRI, no volveremos a ver, eso júrenlo, un debate entre presidente y ciudadanía como el que vimos entre Calderón y Javier Sicilia, hace unas semanas. El PAN nos ha acostumbrado a mirar al presidente como alguien claramente criticable y de poder incluso muy reducido, lo cual es positivo. El PRI tratará de reinstaurar la figura del presidente como un ser más allá de toda crítica. Es su estilo de entender el poder, sencillamente.

A primera vista, esas serían las primeras consecuencias de una vuelta del PRI a Los Pinos.

A menos que un milagro ocurra, o algo así…

martes, 5 de julio de 2011

Edomex, ¿La antesala a Los Pinos?


Bien, pues ha ganado el PRI en el Edomex. Y en Coahuila. Y en Nayarit. Y también en muchos municipios de Hidalgo. Etcétera.

¿Y?

¿Qué significa ese triunfo? ¿Significa que la reconquista de la presidencia por parte del PRI (Peña Nieto) es sencillamente inevitable?

Pareciera que todo lo indica así. Principalmente porque Ávila ganó por mucho. Es, en verdad, una humillación política tremenda para Bravo Mena el haber sacado, creo, un 12 por ciento de los votos. Ahora bien, ¿Quién gana en el Edomex necesariamente gana la presidencia de la República?

Y esa es la cuestión. El Edomex no es México, es decir, no es todo México. Creo que, tanto el PAN como el PRD, tienen que tener eso en mente y no jugar como si ya estuviera decidido el marcador. Falta un año y en un año pasan muchas cosas.

Es, sin embargo, indudable que es un triunfo, por el momento, para el PRI y principalmente para la corriente que encabeza Peña Nieto. En este sentido, todo pinta bien para el todavía gobernador del Edomex: por un lado, la izquierda, encabezada por López Obrador y por Ebrard, se va a dividir aún más, con mucho, de lo que ya está. Si alguien piensa que Obrador le va a dejar el PRD a Ebrard sin guerra, es porque no recuerda el 2006 y la terquedad del tabasqueño. Obrador va a pelar por quedarse como candidato por el PRD aliado con el PT y Convergencia. Sea como sea, esto dividirá terriblemente a la izquierda, dejándola, claro, más débil y fragmentada. Por el lado del PAN, si cometen el error de candidatear a Cordero, como parecen querer muchos, será un suicidio total y no habrá modo de ganarle a Peña: Cordero no tiene personalidad, no tiene retórica, no tiene imagen y ni siquiera el apellido le ayuda. Creo, sin embargo, que el PAN tiene una buena carta con Vázquez Mota, que, si manejan bien la campaña (comenzando por no “pelearse” de más durante las precandidaturas) podría hacer una buena campaña.

Peña Nieto, por el momento, puede relajarse un poco. La amplia y fácil victoria de Eruviel es, en realidad, la victoria de Peña y todos lo saben. Si Eruviel ganó, no es porque fuera un excelente candidato ni porque tuviera las mejores propuestas (todos tenían, básicamente, las mismas), sino por tener a Peña Nieto detrás.

La política está hecha de “politiquerías” de este tipo…

sábado, 2 de julio de 2011

Inicio


En mi ciudad, en mi estado, en mi país, en mi mundo hay una enorme cantidad de problemas, unos más complejos que otros así como algunos más urgentes que otros. El hecho es que la sociedad, y el intento de convertirla en una organización más funcional y más benigna, genera problemas, muchísimos. Y hay muchas personas que quieren resolver dichos problemas, que quieren encontrar una solución. Luego de algún tiempo, nos damos cuenta de que todo pasa por los procesos políticos, de que cualquier cambio que queramos realizar a nivel social, a nivel comunitario, necesariamente se topa con la realidad política y con la necesidad de interactuar con ese poder, el poder político, para lograr el cambio que se busca. No importa el área en la cual queramos generar un cambio positivo, no importa si se trata de cuestiones jurídicas, ecológicas, educativas o lo que sea: nada puede hacerse si no es por medio de la política.

¿Qué cosa es la política? En realidad, y ya es un lugar común decirlo, todos somos animales políticos, sin importar si no ejercemos como diputados, senadores o cualquier otro cargo de elección popular. Todos utilizamos la política y todos estamos inmersos en ambientes llenos de política: el trabajo, los amigos, la familia incluso. En todas partes los seres humanos nos relaciones entre nosotros y creamos grupos de poder o de influencia, de un modo completamente personal y podría decirse que inconsciente. La política puede perfectamente ser, podría decir, “privada”. Podríamos definirla como el entramado de relaciones personales que cada ser humano teje a su alrededor y la manera en que “utiliza” dicho entramado para lograr tal o cual objetivo. Todos, absolutamente todos, hacemos esto. Sin embargo, existe otra forma de entender la palabra política: se trata de la política “pública”, esa que ejercen aquellos, y aquellas, que se encuentran en una posición que les provee de cierto poder de tipo público, ya sea diputados, alcaldes, gobernadores, presidentes o incluso algunas personas que no tienen ningún cargo específico, pero que mantienen una influencia mayor o menor para ciertos grupos de poder, como partidos políticos, sindicatos o secretarías (caso, por ejemplo, de Salinas de Gortari, quien, aunque ya no ocupa ningún cargo, sigue “ejerciendo” en ciertos aspectos; o Cuauhtemoc Cárdenas en el PRD, o Cevallos y Fox en el PAN). Esa segunda definición de la política, la pública, es la que interesa en este blog.

Las decisiones, las acciones en la política pública afectan nuestra vida, para bien o para mal. Nos conciernen, pues, a todos. Y nos conviene ser críticos, ser cautelosos: se trata de un poder demasiado grande como para no tomarlo en cuenta y no detenernos a pensar, y a debatir, sobre lo que se hace con él. Para eso nace esta zona política, para ponerlo todo en duda.